El sueño es una necesidad básica del organismo.
Sin ser conscientes de ello, mientras dormimos se llevan a cabo funciones fisiológicas que garantizan el equilibrio psíquico y físico.

Sin embargo, aproximadamente 1 de cada 4 personas sufre problemas de sueño, lo que representa un 25% de la población (aunque en las circunstancias actuales es muy probable que esta cifra se haya visto incrementada).

El insomnio se clasifica como un Trastorno del sueño que se prolonga durante, como mínimo, un mes y se caracteriza por:

  • Dificultades para conciliar el sueño (insomnio de conciliación)
  • Dificultades para mantener el sueño – despertares frecuentes (insomnio de mantenimiento)
  • Despertar con la sensación de no haber tenido un sueño reparador.

Por tanto, hace referencia a la insatisfacción respecto a la cantidad y/o la calidad del sueño.

Circunstancias como las preocupaciones y la ansiedad, la presencia de alguna patología o la adquisición de hábitos poco saludables, pueden contribuir al desarrollo y mantenimiento del insomnio.

Las consecuencias de una privación parcial de sueño prolongada en el tiempo (menos de 6 horas al día) son múltiples, ya que afecta al equilibrio general del organismo:

  • Disminución de la capacidad de respuesta del Sistema Inmunitario, siendo más vulnerable a enfermedades víricas, bacterianas e incluso autoinmunes.
    Hoy sabemos que las alteraciones del sueño se traducen en una menor capacidad de respuesta y una disminución de la eficacia del sistema inmune, ya que un descanso insuficiente o no reparador reduce la producción de proteínas (citoquinas) encargadas de combatir la presencia de microorganismos y disminuye la capacidad de actuación de determinados tipos de glóbulos blancos (linfocitos T), responsables de eliminar patógenos.
  • Aumento del apetito, asociación con el sobrepeso y obesidad.
    La melatonina, hormona liberada por la glándula pineal, juega un papel crucial en la regulación del sueño. Pero no es la única función que desempeña.
    Respecto al hambre, los niveles de melatonina elevados actúan sobre el hipotálamo, un área cerebral que señaliza la saciedad, indicando la ausencia de hambre fisiológica.
    Es más, numerosos estudios demuestran que la falta de sueño no se traduce únicamente en un incremento del apetito, sino que favorece la preferencia por comida con alto contenido en grasa o hipercalórica. Esto se debe a que un descanso inadecuado o insuficiente intensifica la actividad de la amígdala izquierda, una región cerebral asociada con la motivación por comer y, a su vez, disminuye la activación de la corteza frontal y la corteza insular, ambas relacionadas con la toma  de decisiones y con la elección (apropiada) de alimentos.
  • Cansancio físico, falta de energía, dolor de cabeza o molestias corporales difusas.
    El sueño contribuye a reponer y garantizar  el gasto energético que se consume durante el día.
    La ausencia de un descanso reparador implica una mayor estimulación  del Sistema nervioso Simpático, responsable de la activación general del organismo (y en niveles elevados, de la aparición de ansiedad), incrementado tanto la presencia como la percepción del dolor.
  • Alteraciones del estado de ánimo y respuestas emocionales: irritabilidad, apatía, menor tolerancia al estrés.
    Durante el sueño, los niveles de cortisol y adrenalina (hormonas asociadas a la respuesta ante el estrés), disminuyen. De este modo, cuando la cantidad o la calidad del sueño es insuficiente o inadecuada, la concentración de estas hormonas en el organismo es mayor, afectando a nuestro comportamiento y actitud.
  • Alteraciones de la atención, concentración y memoria: distracción y olvidos.
    El sueño juega un papel esencial en la consolidación de la memoria y el aprendizaje.
    Mientras dormimos, nuestro cerebro genera nuevas redes y conexiones neuronales que pueden ejercer un papel protector frente a posibles enfermedades futuras. De hecho, investigaciones recientes muestran cómo las personas con insomnio presentan cambios en estructuras cerebrales similares a los se encuentran en personas afectadas por Alzheimer.Si quieres cuidar de tu salud, el primer paso es cuidar de tu descanso.

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