¿Qué entendemos por trauma?

El origen de la palabra trauma proviene del griego, cuyo significado es “herida”.

A lo largo de la vida, todos hemos podido experimentar pérdidas, decepciones o situaciones dolorosas. Y aunque pudieran resultar muy duras, con el paso del tiempo, al volver la vista atrás ya no generan sufrimiento.

Sin embargo, cuando hablamos de trauma, el tiempo parece haberse “congelado”. Las consecuencias emocionales y el dolor derivado de aquel acontecimiento no disminuyen con el paso de los días o los meses.

Dicha “herida emocional” puede tener múltiples causas, aunque en la práctica clínica se establecen dos grandes categorías:

La primera de ellas haría referencia a todos aquellos acontecimientos que suponen una amenaza para la vida o la integridad física (desastres naturales, accidentes, atentados, diagnósticos médicos que suponen un riesgo para la vida, abusos sexuales y/o físicos…). Estas experiencias suelen vincularse  frecuentemente con la aparición de la sintomatología característica del Trastorno de Estrés Postraumático o el Trastorno por Estrés Agudo (pesadillas, flashbacks etc).

La segunda incluye experiencias relacionadas con todos aquellos acontecimientos adversos que no pueden clasificarse en la categoría anterior y que recogen situaciones como humillaciones en la infancia, falta de cuidados, desprotección, abandono, pérdidas… por lo que en definitiva, estarían asociados a dificultades en el establecimiento del vínculo o apego y/o la seguridad.

Más allá de esta división meramente “conceptual”, conviene tener presente que la magnitud del daño causado no depende exclusivamente del origen del trauma y que las consecuencias del mismo pueden ser igualmente devastadoras independientemente de su causa.

 

SINTOMATOLOGÍA

Aunque la expresión del trauma puede variar en función de la edad a la que se experimente el suceso traumático y de las características propias del acontecimiento (origen y duración en el tiempo), a continuación se detallan algunos de los síntomas más frecuentes:

1. Síntomas de reexperimentación

  • Recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones.
  • Sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento que producen malestar.
  • Actuar o la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia a través de flashbacks, entre otros.
  • Respuestas fisiológicas – corporales y malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos que simbolizan o recuerdan algún  aspecto del acontecimiento traumático.

 

2. Síntomas de evitación

  • Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático.
  • Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma.
  • Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma (amnesia disociativa)
  • Reducción del interés – motivación o la participación en actividades significativas.
  • Sensación de desapego o de distanciamiento frente a los demás.
  • Restricción de la vida afectiva (ejemplo: dificultades en establecer relaciones de confianza).
  • Sensación de un futuro desolador (ejemplo: no espera obtener un empleo, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)

 

3. Síntomas de hiperactivación (aumento de la activación – Arousal) expresadas a través de:

  • Respuestas exageradas de sobresalto
  • Dificultades para conciliar o mantener el sueño
  • Irritabiliad o ataques de ira
  • Dificultades para concentrarse
  • Hipervigilancia, estado de alerta y tensión constante

 

Además de los anteriores, la presencia de trauma supone un factor predisponente (o de riesgo) para presentar otro tipo de dificultades emocionales o trastornos psicológicos como depresión, ansiedad, trastornos alimentarios o trastornos adictivos.

 

TRATAMIENTO

Algunos acontecimientos, al generar un impacto emocionalmente elevado pueden generar “bloqueos” a nivel cerebral, dejando información “atrapada” que no es procesada e integrada con la historia de la persona. En consecuencia, gran parte del acontecimiento o incluso etapas de la vida de la persona (si el suceso traumático se ha mantenido en el tiempo) parecen “borrarse” u olvidarse.

Esta falta de integración en la identidad de la persona suele acompañarse de inseguridad, baja autoestima y dificultades en la vinculación con otros.

A pesar de que puede haber aspectos que no se recuerden conscientemente, algunas situaciones, estímulos o comportamientos del presente pueden estar asociados al acontecimiento traumático original y desencadenar respuestas emocionales y conductuales (como ataques de pánico, estallidos de ira o episodios de bloqueo) para las que puede no encontrar una explicación.

En términos generales, los objetivos de la terapia se basan en:

  • Exposición en imaginación dirigida a desbloquear los estímulos asociados con el acontecimiento traumático que a día de hoy pueden activar respuestas de malestar
  • Facilitar estrategias de afrontamiento dirigidas a disminuir la activación general del organismo
  • Reestructuración cognitiva para trabajar la presencia de culpabilidad, mejorar el estado anímico y fortalecer la confianza y la seguridad.

 

Si sientes que el pasado te impide disfrutar de tu presente, pide ayuda.