¿Qué es la ansiedad?

El miedo y la ansiedad son respuestas del organismo ante lo que se percibe como un peligro o amenaza para nuestra integridad, ya sea física o mental.

A pesar de que ambos comparten una hiperactivación o excitación fisiológica, y aunque comúnmente suelen emplearse como sinónimos, lo cierto es que existe una importante distinción entre ellos:

Mientras el miedo se desencadena ante un estímulo externo presente, real e inminente, la ansiedad se trata de un estado emocional más difuso que surge sin una fuente de amenaza presente, siendo por tanto una respuesta anticipatoria ante un peligro futuro, que no necesariamente tiene por qué ser real.

Tanto el miedo como la ansiedad tienen un componente adaptativo, puesto que nos permiten protegernos y anticiparnos para afrontar situaciones. De hecho, experimentar cierto grado de activación en un momento puntual, como ante una exposición en público, puede considerarse como una respuesta normal que nos prepara para la acción.

Ahora bien, cuando dicha activación es reiterada y se presenta ante diversas situaciones o estímulos cotidianos que no suponen un peligro real, perdiendo su componente adaptativo e interfiriendo el rendimiento y la vida de la persona, podemos plantearnos la existencia de un Trastorno de Ansiedad.

¿Cómo detectar una crisis o ataque de ansiedad?

Un ​ataque de pánico – ansiedad o una crisis de angustia e​ s una de las formas en las que la ansiedad encuentra su expresión.

Supone la aparición aislada y temporal de miedo o malestar intenso que se inicia bruscamente y alcanza su máxima expresión en los primeros 10 minutos, durante los cuales se producen cuatro (o más) de los siguientes síntomas:

  • Palpitaciones – taquicardia, sacudidas al corazón
  • Sudoración
  • Temblores o sacudidas
  • Sensación de ahogo o falta de aliento, dificultad para respirar
  • Sensación de atragantarse
  • Opresión o malestar torácico
  • Náuseas o molestias abdominales
  • Inestabilidad, mareo o desmayo
  • Sensación de entumecimiento u hormigueo (parestesias)
  • Escalofríos o sofocos
  • Sensación de irrealidad (desrealización) o de estar distanciado de uno mismo (desrealización)
  • Miedo a perder el control o volverse loco
  • Miedo a morir

Resulta necesario aclarar que un episodio o crisis de ansiedad aislada, por intensa y desagradable que pueda resultar, no constituye una patología, sino una reacción intensificada de nuestro sistema nervioso.

Sin embargo, cuando su aparición deja de ser puntual y se ve aumentada su frecuencia, puede llegar a generar una limitación en nuestra vida, suponiendo el origen de un trastorno de ansiedad como tal.

Trastornos de ansiedad

Aunque suele ser frecuente que su aparición se de como respuesta a un suceso estresante o de gran impacto emocional, la realidad es que existen numerosos casos en los que la propia persona no es capaz de identificar la razón de su malestar.

Este hecho pone de manifiesto que el origen de dicho trastorno no puede explicarse en base a una única causa, sino que en su aparición intervienen numerosas variables: factores situacionales y contextuales, genética, procesos bioquímicos y psicológicos.

Trastorno de pánico

Supone la presencia de varios ataques de pánico inesperados acompañados por una preocupación constante sobre cómo y cuándo se producirá el próximo ataque o las consecuencias que puedan derivarse, por lo que en ocasiones se le denomina “miedo al miedo”.

Por tanto, el principal problema no lo constituyen en sí los ataques, sino el temor persistente a sufrirlos de nuevo. Cuando esto sucede, la persona trata de evitar por todos los medios que el episodio se repita de nuevo, limitando sus actividades.

Ansiedad generalizada

Su característica principal es la preocupación constante y desproporcionada sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades rutinarias, que se prolonga más allá de 6 meses.

La persona reconoce que le resulta difícil controlar este estado, manifestando una tensión e inquietud persistente acompañada de la sensación constante de que algo negativo está a punto de ocurrir.

Dicha preocupación se asocia a los siguientes síntomas: Inquietud o impaciencia, irritabilidad, dificultades para concentrarse, tensión muscular, alteraciones del sueño o fatigabilidad fácil.

Fobia social

La fobia social o el trastorno de ansiedad social se define por el temor intenso hacia las situaciones sociales o actuaciones en público con personas que no pertenecen al entorno más cercano o ante la posible evaluación negativa por parte de los demás.

En estos casos, se teme actuar de manera humillante o embarazosa (bloquearse, ruborizarse…), por lo que las situaciones sociales se experimentan con malestar intenso y tienden a evitarse, llegando incluso a producir aislamiento.

Agorafobia

A pesar de ser comúnmente conocida como “miedo a los espacios abiertos”, la agorafobia va mucho más allá.

De hecho, dados los orígenes griegos de la palabra, su traducción literal haría referencia al temor a los lugares públicos, siendo las situaciones más temidas aquellas en las que hay aglomeraciones, como centros comerciales o transporte público.

El trastorno de agorafobia se caracteriza por la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde puede resultar difícil o embarazoso escapar o, donde en el caso de sufrir un ataque de ansiedad, se teme no disponer de ayuda.

Ante las dificultades esperadas para escapar de la situación, se evitan dichas situaciones, se toleran a costa de un gran malestar o se hace necesaria la presencia de un acompañante, suponiendo una grave limitación en la vida de la persona.

Fobias específicas

Se caracterizan por un miedo intenso, persistente y desproporcionado, desencadenado por la presencia o la anticipación de un objeto o situación específicos.

Generalmente la persona reconoce que su miedo es irracional o excesivo, sin embargo, a pesar de ello, la exposición a dicho estímulo o situación provoca una respuesta de ansiedad, por lo que tiende a evitarse o en caso de no poder hacerlo, se experimenta un intenso malestar, llegando a generar una interferencia en la vida del sujeto.

Algunos de los ejemplos más frecuentes hacen referencia a: animales, sangre-inyecciones, aunque también resultan comunes las fobias situacionales como el miedo a volar o las fobias ambientales que harían referencia, por ejemplo, a las tormentas o a las alturas.

Sintomatología

La ansiedad no es un fenómeno unitario, sino que su expresión puede dividirse en componentes o sistemas de respuesta:

    • Sistema cognitivo – subjetivo: pensamientos y emociones asociados a la ansiedad.
    • Sistema fisiológico: reacciones físicas derivadas de la activación del sistema nervioso autónomo.
    • Sistema motor – conductual: respuestas observables (generalmente, bloqueo, evitación o escape)

Por tanto, puede observarse un fraccionamiento o disociación de respuesta, variando su intensidad y expresión de un individuo a otro.

Síntomas físicos

  • Taquicardia, palpitaciones intensas, sacudidas al corazón
  • Sudoración
  • Temblores o rigidez – inmovilidad
  • Sensación de ahogo, falta de aliento, dificultad para respirar
  • Opresión en el pecho o malestar torácico
  • Sensación de atragantarse
  • Mareo, inestabilidad, desmayo
  • Sensación de “tener un nudo” en el estómago o molestias digestivas
  • Boca seca
  • Sensación de entumecimiento u hormigueo en las extremidades (parestesias)
  • Escalofríos o sofocaciones
  • Visión en túnel

Síntomas conductuales

  • Evitación de situaciones, estímulos o lugares asociados a la ansiedad
  • Estado de alerta y tensión constante, inquietud
  • Hiperactividad motora o parálisis

Síntomas cognitivos

  • Miedo a morir
  • Miedo a perder el control o volverse loco
  • Sensación de irrealidad (desrealización) o de estar distanciado de uno mismo (despersonalización)
  • Problemas de concentración y/o memoria
  • Bloqueos
  • Dificultad en la toma de decisiones
  • Pensamientos negativos o catastróficos, preocupación constante, miedo excesivo

Síntomas emocionales

  • Cambios en el humor
  • Irritabilidad
  • Frustración
  • Sentimiento de incapacidad, inseguridad, desesperanza
  • Bajo estado de ánimo

Si te sientes identificado y consideras que la ansiedad empieza a ocupar un lugar importante o ha tomado el control de tu vida, solicita ayuda.

Tratamiento

Los trastornos de ansiedad pueden resolverse de manera eficaz y definitiva con el tratamiento psicológico adecuado.

En términos generales, algunos de los objetivos de la terapia son:

  • Comprender la relación entre pensamientos y respuestas de ansiedad
  • Modificar las creencias erróneas sobre las sensaciones corporales o las situaciones – estímulos que desencadenan respuestas de ansiedad
  • Identificar las conductas que mantienen la ansiedad
  • Entrenamiento en técnicas específicas de control de la activación (respiración, relajación profunda) para combatir la sintomatología ansiosa
  • Retomar aquellas actividades o situaciones que se evitaban como consecuencia de la ansiedad