“Cáncer”: una de las palabras más temidas, y a la vez, más presentes en nuestra sociedad.

Recibir el diagnóstico de esta enfermedad supone un gran impacto emocional no solo para la persona que lo sufre, sino para todo su entorno. A partir de este momento, la vida cambia.

Tras el shock inicial al recibir la noticia, tomar conciencia de la enfermedad y de la amenaza que supone para la vida, representa un suceso traumático que desencadenará toda una serie de respuestas emocionales: La incertidumbre sobre la evolución del mismo, la ansiedad frente a los tratamientos y sus consecuencias, el miedo a la muerte y la tristeza ante todos aquellos planes que se han visto desvanecidos son reacciones presentes durante el proceso oncológico.

Fases psicológicas asociadas al proceso oncológico

Durante el transcurso de la enfermedad, el paciente (y también sus familiares) atravesará una fases similares a las que se manifiestan en un proceso de duelo, que en este caso se simboliza con la pérdida de la salud. Cada una de estas etapas requieren un tiempo y un proceso distinto para cada persona, pudiendo variar su aparición, expresión e intensidad.

Negación: Reacción ante el gran impacto emocional generado por el diagnóstico. Tras la respuesta inicial de shock y desconcierto, se experimenta cierta incredulidad manifestándose un rechazo a aceptar la aparición de la enfermedad.

Ira: Cuando la realidad se impone tras la fase de negación y la persona comienza a asimilar el diagnóstico, aparece un fuerte sentimiento de injusticia e impotencia que se acompaña de rabia, enfado e irritabilidad. Se produce la lucha contra lo inevitable, siendo frecuente experimentar sentimientos de culpabilidad al tratar de buscar explicaciones, planteándose preguntas que no tendrán respuesta (“¿por qué a mi?”).

Negociación: A pesar de que la persona es consciente de la realidad de la enfermedad, se fantasea con la posibilidad de un aplazamiento. Se inician acuerdos con uno mismo y con los demás dirigido a cumplir objetivos (“si me recupero, prometo…”). La culpabilidad comienza a desvanecerse, comprendiendo que la enfermedad no es un castigo por algo que se ha hecho mal.

Depresión: Los planes de futuro y la vida de la persona se encuentran truncados por la enfermedad. La tristeza, la desesperanza y el convencimiento de que ya no se dispone de tiempo pueden llegar a generar sentimientos de derrota y abatimiento. Estas emociones son el resultado de las pérdidas presentes y futuras que comportará la enfermedad (cambios en la estructura familiar, en la imagen corporal etc).

Aceptación: En esta fase predomina un sentimiento de serenidad o tranquilidad, en la que la persona acepta su situación. Tras atravesar las anteriores etapas, se aprende a vivir de forma más presente la nueva realidad. En este momento se adquieren estrategias de afrontamiento que permiten la readaptación.

¿Cuándo solicitar ayuda?

El proceso de enfermedad que sufre el paciente oncológico va más allá de la sintomatología orgánica que padece: el diagnóstico, los tratamientos necesarios y la posterior evolución de la enfermedad suponen una experiencia compleja.

Las emociones, pensamientos y sentimientos descritos asociados al proceso oncológico constituyen reacciones normales ante una enfermedad que supone una amenaza para la vida. De hecho, no todas aquellas personas que luchan contra esta enfermedad necesitan apoyo psicológico.

Sin embargo, cuando la experiencia emocional resulta desbordante para la persona, convirtiéndose en una fuente añadida de malestar y sufrimiento, puede llegar a interferir en la adherencia al tratamiento, influyendo sobre el curso y la evolución de la enfermedad. Es en estos casos en los que resulta conveniente solicitar ayuda profesional.

Tratamiento

El apoyo psicológico en pacientes con un diagnóstico de cáncer tiene como objetivo mejorar su calidad de vida, proporcionándole estrategias y recursos dirigidos a:

  • Aceptar y manejar el diagnóstico
  • Favorecer la adaptación a las diferentes fases de la enfermedad
  • Reducir la sintomatología emocional asociada: ansiedad, depresión, culpabilidad…
  • Facilitar la comunicación y expresión emocional
  • Tolerar mejor los tratamientos y los efectos secundarios derivados de los mismos: gestión del dolor, cambios en la imagen corporal.

Si te sientes identificado y consideras que la ansiedad empieza a ocupar un lugar importante o ha tomado el control de tu vida, solicita ayuda.